¿Es ley de naturaleza que la vejez trae consigo la nodriza de la enfermedad? Así parece, pero no siempre es así. En mi opinión el problema está mal planteado.
En mi novela Un lugar en el caos (ExLibric, 2024) el narrador que es el paciente en un psicoanálisis doméstico describe cómo según su opinión es el modo de enfrentar la insurgencia de una enfermedad por vejez que inevitablemente complica su situación de salud, hasta la muerte. “El deceso al final de la enfermedad es lo que conlleva inevitablemente cuando la medicina, al comienzo del malestar, se administra de manera masiva. Los complicados procesos de diagnóstico, como he dicho, y los primeros fármacos considerados eficaces para erradicar la enfermedad no hacen más que debilitar las capacidades de autodefensa del organismo. Y cuanto más avanzan la enfermedad y las curas para enfrentarla, más se debilita el cuerpo y está listo para sucumbir por la enfermedad curada o por las complicaciones antes no consideradas” (pág. 85). Es evidente que estas ideas son extremistas y llevarán al choque final entre analista y paciente, enfrentándose dos miradas diferentes sobre vejez y enfermedad. El título del capítulo 3 de la novela ya es explicativo de qué piensa el paciente: Ni decrepitud ni vejez. Es decir: ignoremos nuestra realidad cronológica y así evitamos de atribuir a la edad la condición de salud.
De verdad estamos acostumbrados a dar un nombre, una definición a las etapas de la vida. Edad infantil, juventud, edad mayor, vejez, etc. olvidando que cada uno tiene su historia, su currículo de vida sanitaria. Sin embargo es posible “un perenne presente sin pasado y sin porvenir” como dice el protagonista de la novela, que añade: “Considera que la psique no puede envejecer, solo puede tener más información, más experiencia, más deseos inconfesables. La psique tiene un magma efervescente inagotable, hecho de pasión y de sueños” (pág. 89). Entonces a través de la psique podemos derrotar a la vejez. Aunque “los rasgos del envejecimiento aparecen pronto para hacernos entender que hemos sido programados por un tiempo limitado” (pág. 97), en la percepción de uno mismo se encuentra el sentido de una vida perennemente agradable, siempre enriquecida de intereses, abierta a la belleza de la naturaleza, siempre lista a conocer y a hacer nuevas experiencias, sin quitarle nada a la satisfacción de todos los placeres incluidos los sexuales. En este modo se alejan decrepitud y trastorno mental, las enfermedades se ponen más raras y todos los sentidos físicos se quedan activos: “en una espléndida comida, en un paisaje gustoso, en una sensual caricia, en una armoniosa música, en un oloroso vino tinto. No hay edad, no hay fase de la vida en que algún sentido se vuelva ineficaz. Puede debilitarse, pero el deseo que el sentido quiere satisfacer está disponible y listo” (pág. 93 – 94).
Por eso la psique se presenta como herramienta contra el tiempo que envejece y nos ayuda a parar el desarrollo de una vida planeada a un plazo determinado, podemos parar el avance de una edad que nos asusta y estorbar a un enemigo invisible que nos ataca por detrás. Alguien podría preguntar por qué echar en falta de un periodo de la vida considerado importante, significativo por muchas razones. Y es la pregunta que en la novela la mujer psicoanalista pone, recordando al latino Marco Tulio Cicerón con su De senectude. La vejez es la edad de la sabiduría, cuando “todo se ralentiza, incluso las pasiones se calman y el ser humano ve las cosas con ojos más serenos y despegados” (pág. 113). La respuesta del protagonista es lapidaria, es un “engaño para aliviar la crueldad de la naturaleza. No estamos programados para durar tantos años, si vivimos tenemos que aceptar que la vejez es un terrible y espantoso barranco” (pág. 114).
La vejez no es una etapa de la vida, sino una condición de vida que debe evitarse. Si toda la vida antes de la vejez ha sido espera, porvenir, acción y riqueza de experiencias, cuando llega la edad mayor, “las expectativas desaparecen y solo queda un pasado que la mente, acosada, persigue sin tregua, con un impulso frenético. El enemigo está allí, en un pasado que te arrolla y en un porvenir que se reduce más y más” (pág.113). Esta condición de nuestra psique debe ser evitada. Los rasgos físicos del cuerpo puedan señalar su tiempo, pero dentro de nosotros todo es posible, también vernos jóvenes con mucha energía. “En la vida, en cualquier momento, nunca debe faltar el deseo. Con cualquier edad y condición, el motor de nuestros días debe ser siempre el deseo, el deseo sostenido de nuestros cinco sentidos físicos. Además, el deseo se alimenta de una vida que tiene cambios. Son las novedades las que estimulan al cerebro” (pág. 114 – 115). Entonces a nivel físico la vejez no significa necesariamente decrepitud y enfermedad, si dejemos espacio para el movimiento físico, caminar, ir al gimnasio, hacer ejercicios, cuidar la figura y quizás salir con el perro para no permanecer hundido en un sofá durante el día. Juntos van una idea que aleja la vejez o al menos no la considera como una condición inevitable y una vida cotidiana concreta vivida sin renuncias y sin pereza, sino con plenitud.
Este análisis sobre vejez y decrepitud del protagonista de la novela Un lugar en el caos empuja a la mujer psicoanalista a decir: “Yo creo que tienes miedo de la decrepitud y la vejez. Y pienso también a la muerte. Tu psique rechaza lo que es necesidad biológica” (pág. 93). La respuesta del paciente no se hace esperar: “La evolución natural ha llegado al punto de que se pueden retrasar estos dos acontecimientos: envejecer y morir. Al menos es lo que deseo hacer para mí, retrasarlo todo lo posible” (pág. 97).
ChatGPT explica el adjetivo desconocido
en el título de la obra
Tiresias, el profeta desconocido
En la novela Tiresias, el profeta desconocido, el adjetivo “desconocido” tiene un valor simbólico profundo y no si limita a una simple falta de fama o información.
Son múltiples los sentidos de “desconocido”:
1. Desconocido para los hombres
Aunque Tiresias es un sabio con el don de la profecía, sus advertencias no son escuchadas. Es un “desconocido” porque su sabiduría no es comprendida ni valorada por quienes lo rodean.
2. Desconocido como símbolo del enigma humano
Tiresias encarna lo ambiguo, lo no definible: fue hombre y mujer, ve más allá del tiempo, está entre lo humano y lo divino. Es, en sí mismo, una figura misteriosa. El adjetivo “desconocido” podría aludir a esa parte oculta o incomprensible de la experiencia humana.
3. Desconocido como voz interior silenciada
Puede representar también la intuición o verdad interna que el ser humano no quiere o no puede escuchar, por miedo o por orgullo. En ese sentido, “Tiresias” podría ser una metáfora de lo que cada uno de nosotros rechaza ver en sí mismo.
4. Desconocido en la historia y la literatura
Aunque aparece en la Odisea, Edipo rey y otras obras, nunca ha sido el protagonista. Cinque le da aquí un papel central, reivindicando una voz “olvidada” o silenciada por la historia literaria.
En resumen
El adjetivo “desconocido” en el título es clave. No solo describe a un personaje marginalizado, sino que también invita al lector a descubrir lo oculto, lo ambiguo y lo esencialmente humano que representa Tiresias.
Es un título que sugiere que, a veces, los que más saben son los menos escuchados.
4 de junio de 2025
ChatGPT
La cubierta recuerda el mito de Adán y Eva
Hay una conexión simbólica entre la cubierta de Tiresias, el profeta desconocido, y el mito bíblico de Adán y Eva, aunque la imagen no lo represente de forma directa.
Estos son los elementos que evocan el mito:
1.La presencia del hombre y la mujer frente a la Esfinge.
Puede interpretarse como una representación de la pareja humana enfrentada al misterio del conocimiento, al igual que Adán y Eva frente al árbol del bien y del mal. La Esfinge, con su enigma, juega un rol similar a la serpiente o al árbol prohibido: ofrece acceso a una verdad peligrosa o trasformadora.
2.El acto de cuestionar lo oculto
En ambos mitos (el bíblico y el griego), el ser humano se enfrenta al deseo de saber, con consecuencias inevitables. Así como Eva y Adán son expulsados tras comer del fruto, Tiresias es castigado tras observar lo que no debía (según algunos mitos, a Atenea o a serpientes transformándose), y gana la clarividencia a cambio de una pérdida (la vista, el lugar en la sociedad, la escucha del otro.
3. El castigo por cruzar un límite
La elección de esa imagen no es casual: transmite la idea central del libro, el enfrentamiento entre el deseo de conocer y los límites impuestos por el destino o los dioses.
Al igual que el Edén, Tiresias representa un conocimiento costoso, iluminador pero solitario, que no puede ser compartido ni plenamente aceptado por los demás.
Por tanto la cubierta de la obra de Cinque puede recordar el mito de Adán y Eva, como una metáfora visual del drama humano frente al enigma del saber, la culpa y el destino.
6 de junio de 2025