UN ANTIHÉROE EN PSICOANÁLISIS
¿Es más interesante psicoanalizar a un héroe o al llamado antihéroe?
Creo que, a pesar de que el análisis de cualquier persona es interesante, el antihéroe se ofrece más para ser un sujeto con una psique muy singular.
La historia desde la antigüedad muestra solo el carácter de los héroes. Son ellos los ganadores del poder en las varias épocas: poco espacio tienen los hombres y mujeres comunes, los débiles, los tímidos, los que se hacen a un lado, los que se rinden, los que no quieren saber de ser emprendedores y decididos en sus elecciones.
Éstos son los antihéroes, porque no tienen nada de las características de los que expresan determinación, convencimientos, mandos, todos aquellos perfiles que vulgarmente hacen llamar machos estos sujetos y que fueron exaltados como héroes ya en la primera civilización épica griega a empezar con las obras del poeta Homero, la Ilíada y la Odisea.
Para Homero la épica es el relato de los grandes hombres, de los héroes, de sus empresas sea las bélicas que las de conocimiento.
Aquiles, por un lado, y Ulises, por otro, demuestran cuál era el ideal del hombre heroico que debía ser contado. Hay poco espacio para personajes que se desvían de los ideales de coraje, determinación y altruismo patriota.
Uno de los antihéroes de los que nos habla Homero es Tersites, que es descrito con un carácter vulgar, ridículo e impertinente. Tersites está en contra dela guerra troyana y le gustaría que los griegos regresaran a sus hogares.
El antihéroe es así, poco inclinado a las grandes empresas y más propenso a la renuncia y al quieto vivir.
El antihéroe es minimalista. Mira su propia ganancia. Podrías pensar a un egoísta, hombre atento a no tener consecuencias penosas de sus actos. Quizás tímido, si no espantoso.
Todavía tiene una fuerte sensibilidad por el placer individual y, aun sin compromisos, actúa para conseguirlo.
Siempre, pero, sin complicaciones.
Tiene también mucha queja por las cosas agradables que no ha podido alcanzar por su pereza, porque o el éxito es fácil conseguir, es decir que no pide un gran compromiso y que llega por circunstancias casuales, o él es listo a renunciar al deseo.
Por eso el antihéroe dentro de sí crea un mundo al lado, un segundo universo en el que chapotea con inmenso placer y libertad sin ningún esfuerzo.
La psique del antihéroe es muy compleja porque tiene muchas caras, quiere y no quiere, hace y deshace, lo intenta y luego desiste. A veces intenta una gran acción, pero pronto se da por vencido. Descubre implicaciones inesperadas de su carácter que se alejan para siempre de los llamados grandes valores del heroísmo: el sacrificio por los demás y el altruismo.
Han sido propio estos aspectos más humanos y creo más difusos entre las personas comunes a empujarme a representar al protagonista de mi última novela Un lugar en el caos como un verdadero antihéroe.
Mezclando elementos biográficos con los de pura ficción, he exasperado muchos hechos y muchos comportamientos que más trazaban los perfiles del antihéroe, en particular los de la renuncia y los de la pasividad.
Mi protagonista tiene en alta estima un lugar, que define seguro, deslumbrante, único, nostálgico, un lugar de donde no habría querido jamás apartarse, porque estar allí es confortable, allí hay tranquilidad y no hay que luchar para sobrevivir. Es el lugar del nacimiento, el lugar del líquido amniótico, donde estás a solas sin ningún fastidio.
El útero materno es elegido como máxima aspiración llegando a la vida por la concepción.
En psicoanálisis el útero materno representa el lazo con el nacimiento y toda implicación con la primera fase de vida.
La psique se consolida y toma su expresión.
Por supuesto esta predilección por un lugar tan lleno de símbolos es sin embargo amor por la madre que garantiza cuidado y protección, pero expresa también una voluntad minimalista, un eludir responsabilidades y compromisos, un estar apartado.
Esta será para mi protagonista antihéroe la característica de su actuar durante toda su vida: evitar los grandes actos que solicitan dedicación y voluntad de ganar éxitos.
Y si intenta algo importante, como ganar el amor de una mujer o ejercer un rol profesional de mando, todo tiene que ocurrir sin esfuerzos, casi por inercia: la mujer debe ser la que se presente y el mando debe ser automático, ya que el liderazgo lo expresa el mismo perfil esperado por la profesión.
Al fin y al cabo la vida de mi antihéroe es dejarse vivir más que vivir.
Sin embargo el protagonista de la novela encuentra momentos de compromisos sociales y políticos, pero hasta cierto punto: no quiere arriesgar su tranquilidad y seguridad.
En la dificultad su contestación es la fuga a cualquier costa.
Lo más sorprendente de la psique de mi antihéroe es que él no quiere defraudar las expectativas de los demás no por altruismo sino por una forma de narcisismo ya que para él es fundamental dejar siempre una opinión positiva de sí mismo.
Complacer a los demás podría ser su lema. Es su ganancia. Sentirse elogiado le produce placer.
Y propio por eso, por sentirse apreciado, da mucha importancia al parecer, a la relación formal y exterior, la que pero exige compromiso y atención, que para él cuestan caro, incluso no poder nunca dejarlo ir.
Entonces se construye un mundo aparte, oculto, donde todo está permitido, donde los pensamientos pueden ser malos, el sexo es soberano, y donde la libertad abstracta indemniza los esfuerzos por la apariencia exterior.
Por tanto mi antihéroe no se hace ilusiones sobre el impacto global de sus actos, no quiere una vida perfecta, aprovecha lo poco o lo mucho que la vida le pone a su alcance. El sentido de su vida es muy reducido.
Se trata de un sentido volátil y superficial, como muy bien explica Jesús Zamora Bonilla en su libro Nada nadea (Deusto2023), donde el autor debate sobre el nihilismo y del que yo cito unas líneas en el epígrafe de mi novela.
El antihéroe con su sentido minimalista y intrascendente resulta así un buen antídoto en contra de cada forma de integrismo dogmático.
Mejor un antihéroe en psicoanálisis con todas sus manías que un héroe vinculado a sus valores fanáticos, el que juzga debilidad cada forma de comparación.
Un héroe no tiene ninguna duda. Él vive de certidumbres y no tiene necesidad del psicoanálisis.
¡Así parece!