PSICOANÁLISIS Y SEXUALIDAD




En mi novela Un lugar en el caos la sexualidad lleva la voz cantante, bien porque no hay psicoanálisis sin sexualidad, bien porque el protagonista desarrolla el asunto de la libido de memoria freudiana a través la teoría filosófica del Eros de memoria platónica.

Por supuesto la sexualidad tiene un rol importantísimo en la vida de todos, caracteriza el crecimiento personal y de una vez puede generar malestar tanto por relaciones sexuales difíciles como por complicaciones emocionales y sentimentales. Freud profundizó en el tema, explayando en detalles que atañen propio las fases del desarrollo sexual de las personas. Él habla de la búsqueda y del descubrimiento del sexo durante las edades infantiles con modalidades siempre más sorprendentes. Aunque su teoría hoy en día parece un poco anticuada, he querido igualmente referirme a sus ideas por el efecto disruptivo que produce el sexo a temprana edad, creando un mundo imaginario abstracto de particular implicación.

El primer capítulo de la mi obra citada que tiene por título Mujeres quiere ser un recurrido freudiano psicoanalítico de construcción compleja de identidad sexual que ahonda en un mundo inconsciente caótico. En este testimonio, que está a menudo bloqueado por vergüenza, el sexo es deseo prohibido, es pecado, es materia encendida, y las relaciones humanas se reducen a una dimensión erótico sexual. Todos los aspectos del interés sexual están examinados, y se representan según los modelos de vida de la época trazada. En este sentido el psicoanálisis se convierte en una oportunidad para dibujar un cuadro histórico y social del tiempo. El análisis que el protagonista enfrenta bajo los estímulos de su esposa que ha tomado la máscara de psicoanalista desinteresada es compleja bien porque el analista, siendo su mujer, está directamente interesada en su experiencia sexual, bien porque él ha hecho del sexo un valor absoluto, un mundo paralelo en el que entrar y salir con frecuencia. Su visión del sexo no tiene barreras de discriminación y el placer sexual trae felicidad. El único límite es la vergüenza en explicitar su mundo, pero gracias al juego psicoanalítico toma coraje y confiesa su realidad por sorpresa.

Sin embargo la sexualidad no es sólo búsqueda y expresión del placer, no es sólo manifestación de excitación en las relaciones físicas de los cuerpos, es también algo más. Y eso más está desarrollado en el tercer capítulo de la novela con el título Ni decrepitud ni vejez. El protagonista de la novela, refiriéndose al filósofo Platón y a su diálogo El simposio elabora una teoría del Eros, con mayúscula, que bien puede reconocerse en la teoría de la libido como desarrollada en el campo psicoanalítico.

¿Qué es entonces Eros en la vida humana y animal?

Aquí no es más el sexo individual o el placer de los cuerpos que se entrelazan. Es algo universal que es la base de la vida. Es una fuerza primordial, instintiva, que anima toda la realidad y que nos permite de amar y gozar, dándonos vitalidad y ganas de vivir. El protagonista que es el paciente en análisis explica claramente su idea sobre Eros para justificar su deseo de no querer envejecer. «Eros es instinto convertido en cultura, es estímulo y elaboración de imágenes, está dentro de la psique y ayuda al cerebro durante toda la vida. No hay decrepitud ni vejez porque Eros vibra siempre dentro de todo acontecimiento de vida, en las amistades, en los amores sexuales, en los viajes por vacaciones, en la compañía de la mascota, en la creación artística y literaria, en la música, en los paseos, en el maravilloso espectáculo del nacimiento y ocaso del sol.» (pág.93)

Eros es al fin y al cabo el sentido del nuestro vivir, un sentido físico que nos empuja a alegrarnos siempre de la vida, y no dejar nunca de sorprendernos con la belleza de vivir, incluso en la vejez, en la que la sexualidad juega un perfil fundamental para vencer trastorno mental y malestar. «Desgraciadamente, Eros ha sido olvidado por un montón de gente, y prevalecen la depresión, la enfermedad mental, y la vida se llena de melancolía y soledad. Decrepitud, vejez y muerte son los sellos de la desesperación. Es un callejón sin salida. Para mí, en cambio creer en Eros y cultivar toda su manifestación garantizan una psique abierta siempre y un cerebro juvenil.» (pág.94)

Es evidente, entonces, que investigando la psique para sacar a relucir esta fuerza primordial, definida también como libido o Eros, el psicoanálisis nos ayuda muchísimo para el nuestro bienestar a través de caminos hechos de recuerdos de situaciones especificas, de impulsos incluso los indescriptibles, así como de episodios vinculados a nuestra imaginación instintiva.

Por fin en la novela citada los dos momentos, el de sexo como descubrimiento personal, individual y el como fuerza universal de vida, están unidos, y la reconstrucción de la experiencia sexual en las varias fases del crecimiento del protagonista, parece funcional para una interpretación del significado de la vida, especialmente cuando llega de forma disruptiva la vejez.